Visitas al blog

domingo, 25 de septiembre de 2016

Diario de Viaje: Lisboa, Portugal

Fragmentos del diario de viaje y fotografías


"La felicidad (...) tiene muchos rostros. Viajar es, probablemente uno de ellos. Entregue sus flores a quien sepa cuidar de ellas, y empiece. O reempiece. Ningún viaje es definitivo."
J.Saramago, Viaje a Portugal













Bajando las callecitas de piedra sinuosas, con casas finitas de tres pisos y balcones en los que las vecinas tienden la ropa, se llega a la Praça da Rossio.

Las calles y veredas de empedrado forman diseños que nos recuerdan, por supuesto, a las veredas de Copacabana.











La luz después de la lluvia es enceguecedora. Cruzamos la enorme plaza y disfrutamos la vista del ancho río Tajo, que tiene el color del mar y nos quedamos al sol, contemplando el vuelo de las gaviotas.










Antes de regresar al departamento probamos la famosísima Ginjinha: un delicioso y muy dulce licor de guindas que la gente (visitantes y lugareños por igual) compran en el mostrador y beben en la calle.












Ni bien bajamos del tranvía vimos la famosa pastelería portuguesa de los Pastéis de Bélem, fundada en 1837 y probamos esos deliciosos pasteles de hojaldre y crema pastelera que se desahacen en la boca.




La arquitectura del Monasterio de los Jerónimos en el barrio de Belén quita el aliento. La piedra blanca esculpida con la que está realizado íntegramente es una filigrana exquisita.














En el barrio de El Chiado, con comercios señoriales siglo XIX, como papelerías, librerías y tiendas, se encuentra la tradicional confitería A Brasileira donde iba Fernando Pessoa a tomar café. Nosotros también nos refugianmos del breve chaparrón en una de sus mesitas de mármol.





El Museo Nacional del Azulejo, fundado por la reina Leonor de Portugal, está ubicado en el convento de Madre Deus. Es un museo muy lindo para admirar el fino arte del azulejo portugués a través de los siglos.








En la histórica Casa dos Bicos funciona la Fundación Saramago. En la vereda están enterradas las cenizas de José Saramago debajo de un olivo traído de Azinhaga, su pueblo natal y con tierra de Lanzarote, el lugar donde pasó sus últimos y felices años en compañía de su amada Pilar.












Con sus veredas de mosaicos impecables, con su tranvía y su ritmo lento, Lisboa es una ciudad única, poética y nostálgica.






Lisboa, enero 2015



No hay comentarios:

Publicar un comentario