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jueves, 21 de agosto de 2014

Alma teatral, de Gabriela Izcovich

Una experiencia de intimidad

Acercarse a la nochecita por las calles empedradas en busca de una esquina de San Telmo, que supo ser una carbonería y que hoy es un patio-teatro. Esperar  a que den la función en un patio cubierto lleno de plantas que invita a mirar para arriba. Entrar a una sala encantadora de ladrillo a la vista en la que se ha respetado y enaltecido cada elemento original del viejo edificio. Allí empieza la experiencia de "Alma Teatral".



Sin embargo, ni bien entramos a la sala, advertimos que por la magia del teatro ese lugar es el patio de la casa de Lía, por eso le damos las buenas noches y nos sentamos respetuosos y ávidos de pasar un buen momento con nuestra anfitriona que nos abrió las puertas de su hogar y que en la hora que seguirá nos abrirá la puerta de su alma, de sus sueños y de sus recuerdos.


Quizás por una cuestión de empatía generacional, enseguida me sentí cerca y confidente de Lía- Gabriela. No es solamente porque el personaje-actriz rompa continuamente la cuarta pared y nos incluya en sus preguntas retóricas, en sus preguntas-miradas, en la hospitalidad de cocinar para nosotros, sus invitados. Sino por mi condición de mujer de la misma generación. Muchas de las hermosas historias de encuentros y pérdidas, en las que se intercalan experiencias propias y ajenas, se parecen demasiado a esas tardes de té entre amigas en las que sin darnos cuenta vamos hilvanando las perlas preciosas del dolor y del gozo de nuestras vidas para  materializar así la memoria que se vuelve ficción si no la compartimos con otros.

El brillo de los ojos de Lía- Gabriela, la suavidad envolvente de su voz, la calidez y ternura de sus mínimos gestos cotidianos, las tímidas lágrimas, la "soledad poblada" de la cual somos testigos e interlocutores van generando un profundo estado de emoción. Emoción que es poesía. Emoción que es la destilación del arte y de la vida.


Cuando ya el pañuelito no alcanza para contener la infinita nostalgia, las lágrimas se nos contagian y nos quedamos en silencio, con el nudo en la garganta y unas ganas infinitas de abrazar a Lía-Gabriela. Los aplausos, los apasionados y merecidos aplausos del público, nos arrojan de vuelta a la luz cenital, a la realidad; nos recuerdan que, una vez más, el mejor de los teatros nos ha robado de este mundo para  devolvernos un poco más sabios, un poco más hermosos, un poco más agradecidos a la vida.



 
Dramaturgia e interpretación: Gabriela Izcovich
Dirección Ana Izcovich y Gabriela Izcovich

Funciones: Viernes 21 hs
Teatro La Carbonera: Balcarce 998, Capital Federal
Localidades: $ 100 - Reservas: 011 4362-2651


"Hace veintiséis años que Lía abandonó el teatro. Sin embargo, su mera presencia y sus escasos quehaceres cotidianos, convierten al living de su casa en una sala teatral. En ese espacio sin fronteras, comparte su soledad poblada, evocando y construyendo escenas que confunden la realidad y la ficción. Con frágil trazo, va delineando un réquiem al amor perdido, un homenaje a la teatralidad y al hombre que la acompañó en el segundo acto de su vida, tal vez el más importante."

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