Visitas al blog

sábado, 10 de marzo de 2012

CMMN SNS PRJCT, una performance de Laura Kalauz y Martin Schik

A Noelia, Marcela y Sebastián, mis amigos teatreros...



"Si usted dice que esto es una obra de teatro, usted afirma. Si usted dice que esto no es una obra de teatro, usted niega. Más allá de la afirmación o la negación, ¿qué diría usted?"

Siempre me gustó el teatro. Y eso lo heredé de mi mamá. Todo el teatro. Recuerdo vivamente haber visto con mi madre "La malquerida", de Jacinto Benavente, en el hermoso Teatro Avenida, antes del incendio y de su esperada restauración. También, puedo recuperar con detalle la impresión que causó en mí entrar por primera vez al Teatro Cervantes para ver "La dama boba" de Lope de Vega, con Loly y su mamá. En estos casos, el terciopelo de las plateas, las luces, el lujo de estas salas me fascinaban. Pero lo que sin duda dejó una marca en mi modo de percibir el teatro fue "Yerma", con la vanguardista puesta de Víctor García y la inolvidable actuación de Nuria Espert. Nuestra profesora de Lengua del secundario sacó las entradas y nos llevó a ver este espectáculo. Montado sobre un escenario circular, como una cama elástica puesta en declive. Solo el escenario y el más profundo despojamiento. Solo la iluminación y toda la intensidad de las palabras y las canciones de Lorca, los gestos, los movimientos coreográficos. A los 16 ya supe que, aunque me gusta todo el teatro, también ése pensado para entretenerse, para aplaudir a actores famosos, ése que se vuelve éxito de taquilla en la calle Corrientes, a mí me conmueve otra cosa: un teatro vivo, que me movilice, que me cachetee, que se quede pegado a la piel y luego enredado en mis pensamientos por muchos días. Un teatro que no resiste el simple "me gusta"-"no me gusta". Un teatro que a veces me provoca y que hasta puede producirme rechazo y hasta aburrimiento pero que me hace planteos dentro de la sala que me llevo rumiando a mi vida.
Por eso, aunque en distintas etapas, por suerte pude ver mucho teatro, nunca disfruté tanto como en estos últimos años, en que gracias a la iniciativa de mis amigos "teatreros" (por ser especialistas, por ser apasionados del teatro), pude conocer la proliferación de salas teatrales alternativas, que en distintos barrios de Buenos Aires ofrecen espectáculos sorprendentes.
En el 2010, con mi querida amiga Noelia, inauguramos los "viernes teatrales". Ella, los miércoles abría la web de Alternativa teatral, y elegíamos una obra. Así, por pura intuición, vimos verdaderas joyas, con actores y dramaturgos jóvenes de una solvencia artística sorprendente.


El pasado viernes 2 de marzo, empezamos la temporada 2012, en una salita hermosa del barrio de Abasto, La Carpintería. Un barcito, en un ambiente muy acogedor, nos recibió con sus detalles arquitéctonicos que mezclan lo antiguo reciclado con lo moderno. Mientras esperamos, un público muy joven, con atuendos hipsters y hippies, iba llenando el hall en un inusitado desorden ordenado.
Entramos a la salita, impecable, ascética. Y mientras esperamos a que comience el espectáculo, nos encontramos pensando en voz alta con Marcela en qué lindo sería armar un centro cultural como ése... y no es la primera vez que lo pensamos, no es cierto Noe?
El comienzo de ¿la obra?, ¿espectáculo? ¿performance? nos tomó a todos desprevenidos. Es que nunca se apagaron las luces que diferencian la sala del escenario. 
Los ¿actores?, ¿performers?, ¿artistas? son dos. Él y ella, son jóvenes y están en ropa interior. En el escenario hay solo un atril y una larga mesa con premios de kermesse.
Él y Ella empiezan a ofrecer esos dispares objetos. ¿Quién quiere esto?, pregunta Él sin entusiasmo mientras muestra una planta. Y alguien del público levanta la mano. Así, uno a uno, van entregando ¿objetos? ¿utilería?, ¿premios? Un balde de pochoclo, una balanza de cocina, un joystick, una bolsa de carbón... Yo, cobarde, no pido nada, no sea que después me hagan "participar".

Así ¿la obra?, ¿espectáculo? ¿performance? va transcurriendo. Los ¿actores?, ¿performers?, ¿artistas? arman su vestuario con la ropa que piden y van recibiendo desinteresadamente de algunos espectadores que se quedan en calzoncillos o bombacha, o en cueros, o descalzos... (me pregunto qué habría pasado si nadie hubiera aceptado el juego. ¿Hubieran seguido el resto de la obra sin vestuario? ¿Hubieran insistido?)
En poco menos de dos horas, o el tiempo que dure ( de acuerdo a lo que se alarguen las situaciones por la participación de la gente), se va construyendo este intercambio entre el público y los performers. No hay obra acabada aunque ellos la rematen en una subasta con una base de 1 peso y que después de una larga pelea de poder entre algunos apostadores llegó a venderse a 140 pesos. No hay texto teatral, aunque se  lean unos textos que luego regalan a quiénes lo quieran o se representen sin ganas ni gracia escenas de películas, obras de teatro para que el público adivine ( Esperando a Godot, Titanic, Átame) o paródicas coreografías a lo Pina Bausch.

El valor del dinero, las prácticas democráticas que someten las decisiones al criterio de la mayoría, la diferenciación entre el plano de la realidad y de la ficción se relativizan y se ponen en crisis cuando continuamente nos hacen votar por cuestiones insignificantes.

El sentido común, ése que nos hace comportar civilizadamente para actuar en sociedad como esperan los demás, está desarmado en este proyecto provocador, original y muy estimulante.  Uno de esos eventos artísticos que me hicieron salir de la sala desconcertada y hasta un poco indignada y malhumorada pero que pude completar con la entusiasmada interpretación de mis hijos.
Esta entrada de blog es mi respuesta a la pregunta del epígrafe en negrita (único texto del programa de CMMN SNS PRJCT) y la primera nota de la nueva sección de Razón del gusto: Teatro en Buenos Aires. 

3 comentarios:

  1. La obra por momentos me interesó, en otros quería salir corriendo, a veces quería gritarles a los actores que me devuelvan el dinero de la entrada para irme, también los hubiera acogotado... me quise ir en algunas partes, en otras me aburrí mortalmente, pero lo cierto es que en este juego, los actores pusieron el cuerpo y su intelecto en una obra jugada, contemporánea, que da que pensar, conceptual, que no nos deja para nada indiferente ante el hecho estético...
    Es eso poco??

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy de acuerdo en que la propuesta es interesante. Rescato algunas ideas como el cuestionamiento del hecho artístico en sí mismo, la deconstrucción de las variables de una puesta en escena, la idea del espectador como personaje, el concepto de remate de la obra… pero (y esto es personal) prefiero salir de una sala, vea lo que vea, con algo más que algunas buenas ideas… Me gusta que una propuesta me interpele, me incomode, me mueva de la zona de confort de expectación y hasta que ponga en crisis mi sistema de creencias respecto al arte y el teatro…, pero no que me aburra mortalmente.
      Hubo algo del orden de las situaciones y los tiempos dedicados a algunas escenas que, al menos en nuestra función, no se resolvieron con eficacia y cayeron en tiempos excesivamente eternos.

      Eliminar
    2. Obviamente, la cuestión generacional en esta obra pesó mucho. Me parece que los jóvenes que se involucraron estuvieron en otro espectáculo distino al que "vimos" nosotros como espectadores. Y está bueno analizar qué pasa con la percepción.
      Gracias a Anónimo y a Marcela por completar esta entrada, la primera de una larga serie que pienso dedicarle al Teatro en Buenos Aires.

      Eliminar